Francisco Ponce Carrasco

El Microrrelato – 7 de febrero – La Columna

literatura-breve

Basta una línea, una docena de palabras, para abrir las puertas de la fantasía, a lectores con imaginación

El ya proverbial cuento de Augusto Monterroso ha hecho escuela y nos ha enseñado a muchos autores la genial virtud de la brevedad.
<<Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí>>

Es en la época moderna, al nacer el cuento como género literario, cuando el  «Microrrelato” se populariza en la literatura española gracias al conjunto de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales.

Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas estéticas.
Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y al argentino Leopoldo Lugones como decisivos precursores del actual ‘Microrrelato’.

Si no existieran, los ‘Microrreletos’ deberíamos inventarlos, pues la sustancia que contienen es fascinante, apuñalante, mordisqueante… y alucinante: como poco

Para apoyar este criterio, aporto una pequeña muestra, en un intento por hacer “Microrrelato”:

GUERRAS

La bruma traspasaba el miedo de la noche.

Al galope, los caballos, partían hacia un destino mortal.

Sus jinetes en silencio deseaban se acortara la espera de lo inevitable.

Mientras, yo me refugiaba en el palacio, rodeándome de orquídeas y mujeres de porcelana.