Noche de Reyes que de pequeños vivimos con máxima intensidad, cuando somos padres con ilusionado ímpetu hacia nuestros hijos, y cuando abuelos con ardor y su punto de nostalgia al lado de nuestros nietos, pero en todas las fases envueltos en la magia que nos trae la oscuridad de la noche iluminada por farolas con destellos de dorada luz, invitándonos a soñar con regalos.
En muchos países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar el seis de enero ambas conmemoraciones los Reyes Magos y la Epifanía, esta práctica trajo la manifestación de Jesús al mundo no judío con la festividad de estos personajes que representaban justamente ese elemento de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra ‘Epifanía’ y paso a convertirse en un sinónimo de ‘Adoración de los Reyes Magos de Oriente’.
En España y en algunos países de Latinoamérica, existe la doctrina de que los Reyes Magos traigan regalos a los niños (y por extensión a los mayores) la noche del cinco al seis de enero.
La costumbre es que sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar pongan los regalos en el balcón, sobre los zapatos que previamente se colocaron allí. A veces los niños ponen ‘garrofas’ y paja para los camellos -esta costumbre con el paso de los años a decrecido – pues los Reyes magos vienen con medios de trasporte más actuales. El día seis de enero, los niños con los ojos como platos disfrutan hasta la extenuación, los mayores quizá con una lagrima de contento disfrutamos viéndolos…y porque no en ocasiones, jugando con ellos y acaparándoles el tren eléctrico o los coches de carreras. Es el impúber que siempre llevamos dentro que no aguanta más y surge para divertirse.
Existe la creencia que los Magos de Oriente suelen traer ‘carbón’ para los niños ‘malos’ pero como todos se portan bien, se lo vuelven a llevar por si al año próximo les hace falta.
Los ‘peques’ deben saber que con los Reyes Magos de Oriente, no conviene abusar pidiéndoles muchas cosas, pues si les agobian, pueden pasan de largo. También se suele pedir un juguete para los niños pobres o enfermos, que no han podido escribirles y entregarlo en un centro infantil.
Una dulce tradición, más contemporánea, es comer en familia el ‘Roscón de Reyes’ que se toma en ese día y que esconde una pequeña sorpresa en su interior. Si sale una ‘figurita’ te coronan rey o reina y si un ‘haba seca’, pagas el roscón.