Sin embargo no solo pudimos disfrutar de un espectáculo único y de emociones contenidas, sino admirar la naturalidad con que un grupo de unas 100 personas sordas, pertenecientes a la Asociación de Personas Sordas de Valencia, con quien coincidimos, asistían emocionados al volteo manual de las campanas a escasos metros.
Era la primera ocasión en que un grupo de mujeres y hombres sordos, acompañados con interpretes para la traducción en el lenguaje de los signos, realizaban una visita organizada a la torre de la seo para asistir al espectáculo.
Francesc Llop, presidente de la Asociación de Campaneros de la Catedral de Valencia explicaba: “Los campaneros nos comunicamos muchas veces con signos, como cuando damos patadas en el suelo en señal de que vamos a dejar de voltear, ya que en esos momentos el sonido nos impide escucharnos”
Una experiencia gratificante y bonita, que por partida doble, tuvimos la fortuna de vivir.