Castellnovo, localidad del alto Palancia, es un pueblo próspero y muy arraigado a sus tradiciones, que los habitantes saben celebrar con gran sentido de la armonía y hospitalidad para quienes les visitan, en cualquiera de sus celebraciones.
En el mes de enero, Castellnovo, el fin de semana anterior y más próximo al día 17, conmemora cada año, la festividad de San Antonio o Antón de Egipto, llamado también el Abad, el Ermitaño o el Grande. Cuentan los historiadores que fue un monje cristiano, fundador del movimiento eremítico. El relato de su vida, es más que nada una idealización de un personaje con el fin de evangelizar a sus contemporáneos. Presenta la figura de un hombre que crece en santidad. Tiene elementos históricos y otros de carácter legendario; se sabe que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño y que atendía varias comunidades monacales en Egipto, permaneciendo eremita. De acuerdo a la leyenda, alcanzó los 105 años de edad.
Castellnovo tiene dos ermitas una dedicada a San Antonio, la más pequeña y próxima al pueblo, en el paraje conocido como ‘Cerro de San Cristóbal’. Restaurada con acierto, en su interior mantiene un altar y mesa de celebración, sobre la que figura una talla del santo del siglo XVIII.
Un erguido campanario le da un lucimiento acorde con el resto de la edificación, la pinada que la envuelve hace, junto a la devoción al Santo, un lugar de peregrinación y solaz.
Durante el día, o iluminada en la noche, la blanca cal de sus paredes le confieren desde la distancia un punto de referencia sobre la silueta de monte.
Si subes a visitarla hazlo con tranquilidad, recréate en la belleza del entorno, pasea. Podrás ver una placa de mármol que el Ayuntamiento de Castellnovo descubrió el 1 de mayo del año 1997, que dice: “Castellnovo agradece a D. Placido Gil, la construcción del camino y embellecimiento de esta ermita”.
Desde su atalaya, uno puede escuchar el ruido del silencio, y recrearse con la esplendida panorámica de esta localidad, a vista de ‘pájaro’.
El 17 de enero es la fiesta del Santo. Muchos pueblos de la Comunidad Valenciana, entre otros actos, lo celebran encendiendo hogueras, la víspera por la noche.
Esta tradición tiene su umbral en el recuerdo ‘Al Fuego de San Antonio’, como se conocía la enfermedad del cornezuelo del centeno, que en muchos casos el santo ‘curaba de forma milagrosa’.
Al filo de las ocho de la tarde-noche, parte desde la Iglesia la imagen de San Antonio en solemne procesión, que recorrerá todo el pueblo, el resplandor de las hogueras pone fulgente y cálida luz que ilumina y atenúa el frió de la época.
Cuando llega a la parte alta de la plaza del Olmo, en su confluencia con la calle de la Costera y de Abajo, los responsables de este sector de hogueras, consiguen detener la comitiva unos minutos, intensificando el fuego con ramas de fácil combustión que se han dejado a propósito.
Esta anécdota que viene de unos años atrás, si se consolida, puede ser una costumbre que con el paso del tiempo alcance el nivel de tradición, en el acervo popular de la villa.
Más tarde seguirá el divertimiento de avivar el fuego, con alma impúber, hasta que se reduzca a brasas, momento ideal y previsto para asar chuletas, embutido, panceta, que con hogaza de pan y buen vino, llenara estómagos y dará calor a las gentes en la cada vez más gélida noche.