– Leíste amigo ‘caniche’ – comentaba un esbelto ‘doberman’.
El ‘caniche’ se encontraba apurado y el cartel le agobiaba, necesitaba aligerar el cuerpo con premura y estaba de paso.
El ‘doberman’ viendo la situación, llamó con rapidez al Ayuntamiento para que trajeran los impresos necesarios que permitiera empadronar a su amigo el ‘caniche’.
Con premura acudieron los responsables del censo, les alegraba tener un nuevo ‘can’ en la comunidad.
El ‘caniche’ miró con ojos de agradecimiento al perro que le había ayudado en tan apurada situación, al tiempo que suspiraba con alivio, ya era residente, “puufff”…
Ambos perros marcharon felices, habían cumplido con la normativa.