Érase una vez, la era…
Añoranza, recuerdo de infancia y sobre todo mucha nostalgia me ha producido ver de nuevo este paraje hermoso, como extraído de un tiempo pasado y remoto, son esas imágenes que nuestra mente almacena de por vida, como secuencias de vetustas y amarillentas fotografías.
Se encuentra deteriorada, pero afortunadamente pervive en su mismo entorno, ya no se utiliza como antaño para el fin que se construyo, tampoco se almacena la dorada y evocadora paja de dulzón aroma, en el pajar, ni el trigo sale en sacos de yute a lomos de caballerías hacia el granero del propietario.
Los muchachos y muchachas ya no alborotan por subirse al trillo, que un cansado mulo arrastraba monótono, guiado de la brida por su dueño, que en circulo lo hacia caminar.
El ardiente sol de las tardes veraniegas, el placer por lanzarte del trillo al forraje dando volteretas, la regañinas del cosechero, el olor penetrante a campo, naturaleza y vacaciones.
…y sin embargo yo lo percibo, lo veo, lo recuerdo, lo toco. Eran tiempos de otras carencias pero a pesar de ello, fueron tiempos felices, felices tiempos de mi niñez y adolescencia, en este pueblo del Alto Palancia, de histórico, caballeresco y evocador nombre: Castellnovo.