Los Murcianos, gentes amables y hospitalarias presumen de su catedral, el edificio más emblemático de la ciudad, se encuentra en pleno casco antiguo, en la plaza del Cardenal Belluga. Comenzó a construirse sobre la antigua mezquita mayor o ‘aljama’ en el siglo XIV, y se consagró en 1465, aunque diversas partes fueron añadidas o reformadas hasta finales del siglo XVIII, cuando se terminó su famosa torre. Por este motivo presenta diferentes estilos arquitectónicos, especialmente gótico, renacentista y barroco.
Su ornamentada fachada principal (1736-1754), proyectada como un retablo al aire libre, es considerada a menudo una obra maestra del barroco levantino español. Destaca su alto campanario de casi cien metros de altura y dotado de veintisiete campanas.
La creencia o certeza, pues leyenda es, de que existe un túnel que une la Catedral de Murcia y el Cristo de Monteagudo es uno de los mitos más conocidos. Lo cierto es que el templo se asienta sobre la antigua mezquita y desde ahí, supuestamente, salía un túnel hacia el antiguo castillo árabe de Monteagudo, según algunos historiadores.
También sorprende su palpito, cuando a pleno sol, en mañana de otoño vecino ya del invierno, en la plaza de Santo Domingo, un grupo de personas – muchas de origen argentino – bailan tangos al más puro estilo porteño.
Una forma de pasarlo bien y acreditar su pluralidad, al tiempo que animar al viandante que, sí quiere, puede marcarse un tango con excelente música y la cadenciosa voz del inefable Carlos Gardel.
“Murcia que hermosa eres…»
Fotografías de: José Luís Vila Castañer