Francisco Ponce Carrasco

Marichu en el Mercado Central de Valencia

Ya son pocas las capitales de España donde por fortuna, se conservan los Mercados Centrales y el de Valencia es un clásico, que fue inaugurado con su actual imagen y estructura (hoy restaurada) a principios del año 1928 por el rey Alfonso XIII, y construido por Alejandro Soler March y Francisco Guardia Vidal, si bien, sus orígenes se remontan a la época árabe.

Visitar este histórico centro mercantil, es sumergirse en la explosión fecunda de los colores de las frutas y la verdura. Pimientos, lechugas, calabacines, pepinos, tomates, se amontonan en desafiante pirámide ante el público.

Allí se muestra la tentación para la cocina y el buen comer que no solo son un placer para la vista o para el gusto, si no que también son un regalo para el olfato.

El mercado central, es un lugar de encuentro con el pueblo, donde todavía se utilizan rituales y costumbres. La comunicación es espontánea, fluida y animada, se habla del tiempo, acontecimientos o vivencias personales, un ejemplo de sociabilidad.

Con rapidez Marichu percibió la llamada del los múltiples ‘duendecillos’ que detrás de las paradas, con vivaracho semblante y dulce voz buscan el acercamiento de los clientes: ¿Qué quieres reina? ¡Aquí tienes la huerta valenciana!

La propia magia, sucumbió a la magia de Marichu, su delicada desenvoltura, su carácter afectuoso y comunicativo, su encanto personal, se fundió con inusitada rapidez en el embrujo del lugar.

Marichu se ‘metió’ en la parte interior de una de estas paradas, con la anuencia y sonrisa del propietario que se mostró feliz con el desparpajo de la escritora.

Asómbrense de lo que hizo ¡Se puso a vender! con la agradable sorpresa de los clientes que por allí pasaban.

Tras este ‘guiño’ al Mercado Central, Marichu, siguió su recorrido observada con agrado por algunos presentes contentos porque una escritora de México se interesara y compartiera vivencias en un lugar de tanto arraigo.

Las naranjas valencianas exhiben su dorado color ‘naranja’, una delicia que no debe pasarse por alto, en la tierra productora por excelencia de esta fruta.

En las paradas de especias, que impregnan el ambiente con sus mercaderías de finos aromas evocando exóticas costas y lejanos horizontes, de donde provienen el clavo y la canela, el pimentón de Murcia, el azafrán de la Mancha, el hinojo y la guindilla del Valle de Ayora entre otros muchos.

Carnes, embutidos y charcutería, conviven entre más de treinta variedades de quesos, con el propósito de que los paladares más caprichosos se complazcan.

Los incondicionales de “Neptuno” tienen recinto independiente. El pescado y el marisco, lucen su brillante color sobre lecho de hielo picado con un sutil toque en ramilletes de perejil esparcido.

Con franqueza, si pasan por Valencia, piérdanse durante unas horas, por las galerías y calles de este emblemático edificio, para sentir el latido del mercado central.

Marichu se lo recomienda ¡Claro que sí!