Francisco Ponce Carrasco

Conocerse dibujando

El dibujo es una de las formas de expresión más antiguas de la humanidad. Se utiliza el dibujo como una representación comunicativa desde la prehistoria, cuando los primeros hombres, a través de pequeñas figuras trazadas en rocas y en las paredes de las cuevas, manifestaban sus ideas y pensamientos entre sí. Al principio, los usaban para informar, para expresar opiniones, los dibujos funcionaban como escritura. Con el tiempo fue ganando nuevas formas, nuevos trazos, y se perfeccionó hasta la realidad actual.

Casi siempre, la primera gran obra de los niños son los dibujos. Representa su primer gran tesoro expresivo ya que, a través de los dibujos los niños dicen muchas cosas de sí mismos. Puede ser que esta sea la razón por la cual muchos padres estén cada día más interesados por los dibujos que hacen sus hijos. Estos apuntes se pueden convertir, en algunos casos, en el termómetro del estado de ánimo del niño, ya que traduce lo que el niño siente, piensa, desea, lo que le inquieta, alegra o entristece.

Si el crío tiene ganas de dibujar, anímale siempre a que lo haga. Lo ideal sería que todos los pequeños pudiesen tener, desde la más temprana edad, algún contacto con el lápiz y el papel. Empezarán con garabatos, y acabaran dibujando formas más reconocibles. El dibujo contribuirá al desarrollo de la confianza en sí mismo, expresividad de emociones, de sentimientos y sensaciones, comunicación con los demás, creatividad, formación de su personalidad y madurez psicológica.

Cada niño es un mundo y eso se ve en sus dibujos. Si pides a un grupo de niños que dibuje un caracol, todos los dibujos saldrán distintos. Pueden parecerse en algo, pero jamás serán iguales.

Siguiendo la edad del pequeño, podríamos señalar las siguientes etapas:

En adelante podemos estar ante un genio de la pintura en alguna de las múltiples variantes que se conocen o alguna innovadora. ¡Quien sabe!