El presente artículo, bajo el título Café Ecológico fue publicado en el periódico Valéncia hui
el día 23-05-08 en la columna
‘EL VENTANUCO’ del escritor Francisco Ponce Carrasco.
En el pequeño poblado de casas encaladas, sobre el estrecho lomo de una serranía, en medio de cafetales que tiene todos los matices del verde bruñido por la luz radiante del trópico, se conforma un panorama que no cabe en los ojos y que inunda el alma. Este es uno de los lugares donde se cultiva el ‘café ecológico’, que actualmente se esta demandando en Europa.
Un café ecológico es aquel que ha sido cultivado, libre de abonos químicos y pesticidas de síntesis. En su defecto, el tipo de abonos utilizados son de origen orgánico, en muchos casos se reutilizan las matas y hojarasca de la propia planta tras un proceso de ‘compostaje’. La recolección y posterior selección del grano es manual.
El cultivo se realiza ‘bajo sombra’, esto significa que no se ha deforestado ninguna zona para cultivar los cafetos (nombre del árbol que produce el café). El transporte debe de realizarse en medios autorizados, limpios y no contaminantes. Cuando el producto pasa a la industria tostadora, sigue exactamente el mismo proceso que los otros tipos de cafés. Este último paso debe ser auditado por la agencia reguladora quien formaliza todos los registros que conforman la ‘historia del producto’ (trazabilidad).
Aunque el 70% del comercio mundial del café tradicional está controlado por las multinacionales, es posible encontrar ‘nichos’ de mercado donde productores y consumidores se ponen de acuerdo directamente.
Uno de estos es el conocido como ‘Comercio Justo’. Cuantitativamente la masa de capital que mueve es muy pequeña (comparada con el movimiento de los mercados convencionales), el valor cualitativo que tiene esta forma de comerciar solidaria y recíproca es inmenso y prometedor, si bien se precisa para ello, un alto concepto de los valores humanos.