El Roscón de Reyes original, vamos el de siempre, de masa estilo de ‘panquemado’, con frutas escarchadas cubriendo la parte superior es el considerado “clásico” y no suele llevar ningún acompañamiento o ingrediente añadido pero desde el último tercio del siglo XX se preparan variedades con nata, crema, crema de chocolate o cabello de ángel en su interior, y suele contener uno o más regalos o «sorpresas», según el tamaño del roscón, y un haba.
La misión para el que le tocara el haba escondida, desde épocas remotas (esta tradición puede remontarse a la época romana) era ser coronado el rey de la reunión, en la actualidad la supremacía del consumismo han impuesto que una sorpresa en forma de figurilla – y salen varias – corresponda al coronado, que se pasan la corona dorada que te incluyen en la pastelería, castigando al que recibe el haba a pagar el roscón, rompiendo una bonita tradición.
No está muy definido, pero en fiestas y guateques de la Noche de Reyes se acostumbra a consumir el rosco o roscón, si bien la costumbre en familia es repartirlo tras la comida del día de Reyes en trozos, para que cada cual corra con su suerte, o esperar a la merienda y tomarlo con una humeante taza de chocolate.