Francisco Ponce Carrasco

¡Por si las moscas!

Dos moscas revoloteaban, apareadas, en un bar. En su delirio, cayeron en una taza de leche.

Con esfuerzo, consiguieron salir y retomar el vuelo. Al separarse la mosca hembra exclamó: si nuestras hijas salen blancas, no me acuses de infiel.