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Está obligado a dar ejemplo con su manera de hacer. Debe poner empeño en su cometido, viajar constantemente a cualquier lugar para conocer la realidad del mercado, la situación y movimientos de la competencia, las necesidades del utilizador final, hablar con gente que le expondrá quejas, escuchar con espíritu receptivo, solucionar las dificultades.
Debe conjugar los intereses de empresa, justicia con los empleados, calidad de producto, trato honesto con los clientes y proveedores. La comunicación ha de ser abierta. Si defiende sus ideas públicamente, tendrá que actuar de acuerdo con ellas.
Es posible que actitudes así despierten entre algún mediocre lo que Julián Marías llamaba “rencor ante la excelencia”. Pero esta forma de ser y vivir merece la pena.