Y mientras tanto, el pueblo aplastado en la miseria del paro, con recortes por todos los lados, una sanidad precaria de medios, una sociedad desencantada y perpleja, sin poder real de reaccionar con eficacia, aportando soluciones prácticas, sí es que existen.
Nunca pensé que tendría que escribir algo así. Siento vergüenza ajena, siento desaliento, siento impotencia, Solo me queda sentir esperanza por unas generaciones más jóvenes que, viviendo esta triste realidad, aprendan y saquen conclusiones para el futuro.
Quienes nos gobiernan carecen de autoridad moral para pedir sacrificios. La paciencia también caduca.