Este magnífico edificio circundado por las calles: Jesús, Albacete, Marvá y Maluquer, cumple 80 años de existencia (1933 – 2013). Hoy “La finca Roja” está céntrica pero no era así en los años inmediatos a su construcción, más bien representaba un espacio alejado del núcleo urbano por lo que los vecinos desarrollaron una fuerte sinergia de amistad y solidaridad cercana al nexo familiar, “Éramos como una enorme familia, que nos ayudábamos unos a otros en todo”, nos dicen algunos vecinos, y es comprensible pues hasta hoy día, tratando a muchos de ellos, percibes que el espíritu «fincarrojense» permanece vivo e inalterable.
Sus moradores a lo largo del tiempo dieron ejemplo en el campo de las artes pictóricas, de las letras, de la música, se formaron eminentes letrados, médicos y políticos, fue el desarrollo de diferentes generaciones que jugaron en su patio interior a las canicas o al escondite.
Es encomiable su espíritu asociativo y de amistad transferido entre generaciones, en la calidez de sus reuniones trimestrales, donde se encuentran y saludan quienes emigraron o todavía viven en este armonioso entorno de la Finca Roja. Dedican con ilusionada complacencia su cariño hacia quienes modestamente hemos, desde la admiración, comentado y divulgado su orgullo de “Fincarrojenses”.
En un ameno acto – el humor preside estos eventos – se entregaron sendos diplomas de pergamino, envuelto en lazos verde esperanza, y en cuyo interior se podía leer como encabezamiento “Hijo adoptivo Fincarrojense”.
En nombre de José Luis Vila y mío propio, les damos las gracias por tan emérita distinción y nos complace ser ‘adoptados’ por padres tan ‘jóvenes’.
Como dijo José Ortega y Gaset: “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”. Y nosotros os entendemos, porqué sois extrañamente sorprendentes. ¡Por muchos años!
Fotografías de: José Luis Vila Castañer