Desembarcando por el puerto de Mahon te acogen unas bonitas escalinatas en cuyos alrededores las tiendas son una tentación. Infinidad de abalorios reposan en los improvisados mostradores y mucha y bonita ropa blanca – típica de las islas– se mece al viento tentadora. La aventura comienza.
En el camino entre Mahon y Ciudadela te puedes desviar para ver monumentos megalíticos. Se han encontrado importantes yacimientos arqueológicos en los poblados prehistóricos de Trepucó y Talatí, la naveta des Tudons, lugar de enterramiento que data de la transición del Pretalayótico al Talayótico inicial, se encuentra próxima a la localidad de Ferrerías, que arropada en la falda de SanTelmo, se muestra como la mayor altitud sobre el nivel del mar, dentro de la isla.
Las navetas funerarias pertenecen a los inicios de la cultura Talayótica de Menorca, hacia el año 1000 AC, aunque por sus características morfológicas, muy similares a los dólmenes de la isla, han sido consideradas, frecuentemente, mucho más antiguas.
La industria del turismo esta en plena eclosión y esta isla es unos de los lugares que más tiempo ha tardado en lanzarse a la caza y captura del turista. Muchos lugareños comprenden el fenómeno turístico, pero no lo comparten, por cuanto son personas tranquilas, amantes de la naturaleza y del mar y toda esta nueva tendencia les hace temer la pérdida de la vida apacible, que tradicionalmente vienen disfrutando.