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Nuestra actualidad tiene mucho que ver con que somos una sociedad abocada al tormento de la depresión, la ansiedad, el estrés y otras lindezas, causadas en gran medida por el alto desempleo, hogares enteros a los que la crisis dejó sin recursos económicos y pensionistas viviendo con la desazón de ver como decrece su poder adquisitivo. Por otro lado, las pequeñas empresas familiares están cerrando por no poder subsistir ante la falta de ventas, crédito y otras desdichas financieras.
Incitar a que la gente no gaste, además de que no es bueno en estos momentos para el crecimiento de la economía más cercana, puede sonar a burla.