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Los discursos son los de siempre, poco creíbles, hice, haré, haremos, pero los ciudadanos tienen otra percepción de la realidad cercana, la que golpea el umbral de la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades, la flagrante corruptela con los fondos públicos, que acaba sin que se restituyan, ni se condene en número proporcional a la cuantía de casos.
Bastantes personas caminamos por los senderos de la duda que nos han sembrado, con la papeleta del voto en blanco, como gallina que no sabe dónde poner el huevo. Lo procedente ahora, quizá, es que siga “en blanco”.