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Solo impera el afán de la captación, por ello te ofrecerán mil ventajas, no siempre cumplidas y, sobre todo, tratarán de asegurarse la mayor permanencia de tiempo con ellos.
Curiosamente, para quienes llevamos en estas entidades durante años, no llegan las ofertas, no les importas un rábano, te tienen, y siguen en su vorágine de la captación hasta el punto de que tu fidelidad tiene valor cero.
Posiblemente es porque nadie puede anotarse el triunfo de haber conseguido un nuevo cliente, solo si te revelas y amenazas con marcharte empiezan a valorar lo que pides.
Las grandes compañías tienen en sus manos un arma letal, conocen la psicología de las masas en general, y de sus clientes en particular, y dejan a estos en clara indefensión, pues saben que entre los dóciles y los rebeldes la balanza se inclina hacia los primeros, por desconocimiento o dejadez.