Un escritor del que cuanto más se lee más sorprende su obra literaria y poética. “En el nombre de Livia”, su último título, alcanza cuotas de mérito narrativo de alto valor estético.
Conmovedor, impactante, crudo y realista, calificativos que uno se atreve a escribir por cuanto no hacen más que justicia a la historia que en este libro se relata. Abordar un tema como el de la drogadicción es tarea de difícil desarrollo, pues existe obligación de rigor y tacto de cuánto se cuenta.
Antonio Monzonís Guillén nos demuestra que es poseedor de esos atributos – con muchas narices – y con un lenguaje cercano zarandea el argumento, entre el dolor, la esperanza y la poesía, en un libro confesión-conversación, a corazón abierto.
El autor, busca, rebusca y hurga, en este sub-mundo, de quienes sufren atrapados por esta lacra y cuantos familiares asisten impotentes al más profundo derrumbe del ser humano. Lo hace desde la cercanía y solo así se comprende este libro, que para nada es casual, ni inventado, tan solo unos hechos volcados sobre el papel por un excelente escritor próximo, muy próximo, a esta cruda y difícil realidad. Barrunto que a Antonio Monzonís, se le enfriaron los dedos cuando escribía, su corazón se le aceleraba y ralentiza de forma descompasada y se abrió en canal sin que nadie se lo exigiera, para hablar de Livia.
El libro se presentó, ante una gran asistencia de público, en el salón del Ateneo Blasco Ibáñez (Ateneo Marítimo), el día 14-01-10 siendo su valedor en sociedad a la vez que el autor del prologó, Rafael Mateu Sanz, reconocido psicólogo, quien con voz pausada y medida, glosó sobre la personalidad de su autor y ahondó en la temática que en el libro se aborda y que conoce en profundidad por su profesión.
Bastante antes de la hora prevista para dar comienzo el evento, amigos y público en general acudió y departió con el autor, que se mostraba feliz por la buena acogida que estaba recibiendo de conocidos y critica.
Mi resumen final es, que si su lectura puede disuadir, a una sola persona, tan solo a una, de entrar en este infierno o de igual forma alentar y conseguir que del mismo alguien se salga, Antonio podrá darse por pagado más allá del éxito – que le vaticino – en la venta del libro. Tengo el hálito cierto, de que esta es su verdadera intención.