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En Fallas aumentaba el número de estos puestos ubicados en la puerta de algunos bares y chocolaterías, pero últimamente se vienen reduciendo en favor de las paradas ambulantes de churros diseminadas por toda la ciudad.
Estas churrerías nómadas, pagan por la licencia y espacio dinero al Ayuntamiento, y no poco – según ellos –, y ofrecen mayoritariamente los churros tradicionales o rellenos de crema o envueltos en un baño de chocolate, en ocasiones también buñuelos, pero no es lo mismo.
No se trata de denostar estos puestos, pero sí de reivindicar a la buñolera valenciana como uno de los iconos de nuestra fiesta fallera, en vías de extinción.