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Todo cuanto se lleve en una votación relacionada con Europa siempre será visceral, pues una gran mayoría de ciudadanos comunitarios todavía no se han cortado el cordón umbilical con su país para arrojarse en los brazos de la Unión Europea. Lo vimos con la cantidad de banderas griegas que ondearon en sus calles tras la votación.
La patata caliente queda ahora en el tejado de la UE, que se encuentra en la encrucijada de qué medidas adoptar para que no se propague el ejemplo a otros países miembros.
Por otro lado, dejar a Grecia fuera del euro implicaría una sombra negra que podría extenderse a otros acuerdos a los que este país también está vinculado, como la OTAN.
Solo cabe esperar, observar y quizá, también aprender.