Francisco Ponce Carrasco

A la sombra de un árbol – La Columna

La vida reciente nos ha llevado a olvidarnos de que solo somos parte de un ecosistema

Sí, asumimos esta realidad, debemos proyectarnos a recuperar esa alianza necesaria con todos los seres de la naturaleza y a tener una conducta más respetuosa con nuestro entorno.

Busquemos la forma de que cada uno de nosotros pueda ayudar a este cambio hacia la excelencia, en especial por parte de los educadores, las organizaciones ambientalistas, quienes a través de la formación e información, pueden generar tomas de conciencia en torno a los problemas locales y globales de los bosques.
Los gobiernos deben generar políticas de desarrollo sostenible y controlado para la explotación de los bosques nativos.

Los árboles resultan absolutamente esenciales para la vida de nuestro planeta: purifican el ambiente al oxigenar el aire, proporcionan sombra, mejoran sectores erosionados, humedecen el ambiente, reducen el ruido, son capaces de temperar el lugar donde se encuentran, ya que provocan sensación de frescura y humedad, incluso deteniendo las heladas con su follaje; producen alimentos y múltiples recursos, además de ser el hogar de muchos animales especialmente las aves.

Luchemos por concienciar un cambio cultural, donde el hombre forme parte de un ecosistema que implique a toda la naturaleza, en la seguridad de que el esfuerzo nos llevará a mejorar la calidad de vida, y a frenar la destrucción del planeta y de nosotros mismos.

Cada 28 de junio se nos recuerda esta efemérides, con el objetivo de rectificar…, pero ¿Lo hacemos?