Francisco Ponce Carrasco

Semana Santa, algo más que vacaciones – La COLUMNA

Estos días, para muchas personas, representa una oportunidad para descansar, viajar o simplemente desconectarse de la rutina

Sin embargo, más allá del aspecto vacacional, este periodo encierra un profundo significado espiritual y cultural que merece ser comprendido y respetado, incluso por quienes no comparten la fe cristiana.

Reflexionar sobre los actos litúrgicos de esta semana es también una invitación a mirar hacia dentro y hacia los demás, a buscar la empatía, la reconciliación y, sobre todo, la paz.

Los fieles participan en procesiones, misas y representaciones que remueven sentimientos profundos. Ver a miles de personas caminar en silencio, portando imágenes religiosas con devoción y recogimiento, puede ser una experiencia sobrecogedora, incluso para aquellos no creyentes.

Lo que se expresa en esos gestos no es solo religiosidad, sino una conexión con lo ancestral, con las raíces culturales, con la necesidad de trascendencia del ser humano.

Desde la comprensión y no desde el juicio, todos podemos aprender algo de esta semana. No se trata de imponer una fe, sino de abrir el corazón al mensaje profundo que trae consigo: la posibilidad de renacer como seres humanos más justos, más empáticos y más comprometidos con el bien común.

En un mundo donde las guerras, los enfrentamientos religiosos y la violencia parecen no tener fin, estas fechas pueden ser una oportunidad para sembrar un poco de paz.

Pensemos, por tanto, en la Semana Santa no solo como un periodo de descanso o una tradición religiosa, sino como un momento para reflexionar sobre quiénes somos y qué tipo de mundo queremos construir.

Si todos fuéramos capaces de respetar las creencias ajenas y a nuestro prójimo, seguramente estaríamos dando un gran paso hacia una convivencia más humana y solidaria.