Francisco Ponce Carrasco

Amor con canas y buen juicio – LA COLUMNA

El Día de los Abuelos, esos padres con una dosis extra de paciencia…

Hoy celebramos a quienes saben contar los mejores cuentos con moraleja, aunque se los inventen sobre la marcha.

Ser abuelo o abuela no es solo un rol, es una forma de amar con más calma, con la sabiduría que da el tiempo y la libertad que da ya no tener que criar hijos, sino simplemente disfrutarlos.

Y aunque hoy en día los padres modernos corren entre apps, agendas y pediatras online, los abuelos siguen ahí, con su sabiduría analógica, con ese talento innato para calmar llantos con canciones de cuna que nadie recuerda cómo empezaban, pero todos terminan sonriendo.

En tiempos donde todo parece ir demasiado rápido, los abuelos son esa pausa necesaria

Son los que te enseñan a hacer una tortilla “como Dios manda” o compartir el “cucurucho” de helado.

Su presencia es refugio y celebración; su mirada, una mezcla perfecta entre orgullo y complicidad.

Agradecerles hoy es poco. Porque nos dieron a nuestros padres, sí, pero además están ahí, en el fondo de cada sobremesa larga, en las anécdotas repetidas que ahora ya nos sabemos de memoria y seguimos escuchando como si fuera la primera vez. En los gestos, en los sabores, en los valores que se transmiten.

Gracias, abuelos, por ser ese abrazo que nunca envejece. Por enseñarnos que el amor no se gasta con los años, sino que se vuelve más sabio, más blando, más fuerte.

Por mimarnos sin medida, por defendernos incluso cuando no teníamos razón, y por recordarnos que la vida es mejor…

Con vuestra compañía y pan casero horneado por la ABUELA.