En busca de un “enchufe” – A TODA COSTA

Si sales de casa, ¡ponte las pilas!

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Esta frase, que antes servía para espabilarnos o dejar claro que uno tenía que activarse, hoy ha adquirido un significado literal que da risa… o miedo, según se mire.

Porque ya no se trata de animarse, sino de recordar si has cargado el móvil, el portátil, los auriculares, la maquinita de afeitar, el cepillo de dientes, el reloj inteligente, la cámara, el patinete eléctrico, y, por supuesto, el alma, si queda batería para eso.

Hoy vivimos rodeados de objetos que, sin energía, se convierten en pisapapeles de diseño. ¿Quién no ha salido con el móvil al 3% pensando “me aguanta”, solo para acabar rogando a un camarero que le deje un enchufe “aunque sea en la cocina”?

El siglo XXI no es de los fuertes, ni de los listos… es de los que tienen un “enchufe” a mano.

Pero lo más curioso es que, mientras tanto, nosotros también nos estamos convirtiendo en dispositivos recargables. Dormimos para recuperar energía, tomamos café como si fuera gasolina y, cuando estamos saturados, decimos: “Necesito desconectar”, de qué ¿Del Wi-Fi? ¿Del trabajo? ¿De la TV Politiquera? o del ¿Mundo en general?

Al paso que vamos, no sería raro que la próxima generación de humanos venga con puerto USB-C incorporado.

Y no olvidemos las reuniones sociales: “Perdona, es que me baja la energía muy rápido, soy de batería limitada.” Cada vez somos más conscientes de que nuestro sistema operativo necesita actualizaciones constantes: dormir ocho horas, meditar, beber agua o una cervecita y —por supuesto— reiniciarnos con una buena siesta.

En resumen, vivimos una vida a pilas. Y no lo digo por metáfora: lo digo por supervivencia. Así que antes de salir de casa, repite el mantra moderno: llaves, cartera, gafas, móvil… y batería al 100%.

Porque hoy en día, si no estás cargado, estás desaparecido.

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