No se regaló nada y las orejas y rabo fueron merecidamente obtenidos por los diestros que pusieron arrojo y voluntad no exentos de arte.
Con la plaza llena de un público entregado, se lidiaron seis novillos-toros de la ganadería de Mari Carmen Camacho, de Medina Sidonia (Cádiz) con divisa verde y plata (al quinto de la tarde se le dio la vuelta al ruedo), quienes sacaron el ‘bono’ general de las fiestas, tenían la entrada incluida, a otros nos costo 20 euros presenciarla, pero mereció la pena.
La fiesta taurina, estuvo amenizada por la “Charanga el 2000” y ciertamente tuvo intenso trabajo, ya que las seis faenas merecieron ‘música’ por su emocionante ejecución.
Siempre resulta alegre y vistoso el que el matador ponga las banderillas. Jesús de Natalia, primero y después Javier Antón, lo hicieron con gran arte. Sin embargo en su primero, Jesús de Natalia, dio un recital de valentía y genialidad, poniendo los ‘palitroques’ con arte sin igual y uno de las ‘cortas’.
No entraré en juicios taurinos, ya que no soy persona capacitada para ello, solo resaltaré la gran profesionalidad de los ‘maestros’ y su innegable entrega, que pusieron toque artista, valor y color, a una tarde calurosa de agosto, en una plaza cuidada y atendida con esmero por los encargados de las fiestas.
El sexto astado – el de más peso y apariencia – correspondió a Carlos Duran, quien le sacó todo el partido posible, valiéndole una oreja – su segunda – y última de la corrida.
Felicidades a los tres espadas, y a seguir cosechando éxitos.