La sesión comenzó con una defensa hacia la obra y fecha de representación, para intentar mantener una tradición tan española, que actualmente de forma desmayada, se está deteriorando en favor de otro evento, de cierta modernidad mal entendida y que, indolentes, aceptamos se nos imponga desde fuera de nuestras fronteras.
«Don Juan Tenorio»
El argumento parte de la leyenda de Don Juan, personaje que representa la provocación y la perversidad, pero el protagonista no tiene ese carácter de enfrentamiento entre el ser humano y Dios, sino que representa un pecador libertino y fanfarrón al que el amor puede salvar consiguiendo que en el último momento haga un acto de contrición, se arrepienta de sus pecados y alcance la vida eterna.
En la obra se encuentran diversos efectos apócrifos y sobrenaturales que exaltan la imaginación de los espectadores. Don Juan Tenorio es un típico drama histórico al uso de la época, tal y como lo instituyó el Romanticismo Español. Esta dividido en dos partes de cuatro y tres actos, respectivamente, y en la versificación utiliza principalmente redondillas, quintillas y décimas.
En el drama se mezclan la imaginación y las creencias religiosas. Hay una clara diferenciación entre los dos primeros actos y el último. Zorrilla va escalonando escenas que muestran el perfil irrespetuoso y execrable del personaje, suceden homicidios, crímenes, seducciones, jactancias de la vida, injurias al Comendador y a su propio padre, rapto de una novicia, muerte del Comendador, para volver en la segunda parte a otra historia, pasados unos años, en que su falta de arrepentimiento le lleva a injuriar a los muertos y a organizar el convite ante la estatua del Comendador.
¡Cuál gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si, en concluyendo la carta,
no pagan caros sus gritos!
¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena:
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿ no es cierto, paloma mía,
que estás respirando amor?
Llamé al cielo, y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo.
Poco a poco se desgrana y consume una obra emblemática que los actores de la asociación: Ateneo Blasco Ibáñez , con ilusión y acierto trasmiten y encantan a los asistentes.
D. Juan: Celestino Álvarez-Cienfuegos. Ciutti: Fernando Hidalgo. Bittarelli: Ramón Folgado. D. Gonzalo: Juan José Mompó. D. Diego: Juan José Carrera. Avellaneda: Amparo Mejía. Capitán Centellas: Manuel Vélez. D. Luís: Mariano Peña. Dña. Ana: María Dolores Hernández. Brígida: Rosa Puchal. Licía: Amparo Mejia. Madre abadesa: Carmen Carrasco. Dña. Inés: Isabel Oliver. Hermana tornera: Amparo Cerradelo. Escultor: Juan Montesinos.
Un reparto acertado, bien resuelto en su puesta en escena por todos los protagonistas que realizaron un “Tenorio” lleno de acierto, con generosa exégesis, consiguiendo cerrar el espectáculo con el público puesto en pie, y recibiendo una gran ovación.
La dirección estuvo a cargo de: Celestino Álvarez-Cienfuegos e Isabel Oliver, a quienes animamos para que sigan en próximos años regalándonos –junto al resto de participantes – nuestro inmortal D. Juan Tenorio.