La vieja muñeca
18 enero 2008 por Francisco Ponce en El rincón de Mamen, Relatos, Todos los artículosSi poseyera olfato podría recordar el aroma de los verdes valles, de los graneros repletos de mies y de la intensa fragancia a tierra húmeda, tras la lluvia caída en primavera, sobre el antiguo y amplio caserón.
Si gozara de cerebro, podría rememorar los tiempos en que Mamen, me sacaba a pasear por el jardín para jugar con sus amiguitas, sintiéndome admirada y solicitada por todas. Un imaginario cendal, brumoso e indefinido me conduce al momento en que estuvieron a punto de arrancarme un brazo, cuando forcejeaban por tenerme en sus brazos
Si tuviera corazón, esté se hallaría triste, añorando, como la pequeña jovial y traviesa, me cambiaba de atuendo con harta frecuencia y por las noches se dormía conmigo.
Pero no tengo corazón, ni cerebro, ni olfato; en realidad sólo poseo una cabeza de porcelana y cuerpo de trapo ricamente engalanado con un llamativo vestido, fabricado hace muchos años por un habilidoso artesano.
Tampoco puedo tener sueños ya que estos se fueron cuando aquellas niñas se hicieron mujeres y con ellas marcharon.
Han pasado algunos años, sigo en el desván de la casona, sobrellevando calurosos veranos y gélidos inviernos, ahora poca gente vienen por aquí, de tanto en tanto algún adulto entreabre la puerta, enciende la luz y me contempla con mirada nostálgica, como recordando fantasías infantiles.
Hoy ha sido diferente cuando abrieron la puerta escuché el llanto de una criatura, me estremecí y rogué para que fuese una niña.
– Mira cariño, esta es la muñeca con que jugaba mama.
La pequeña hizo ademán de cogerme, Mamen le advirtió.
– No ahora no, que la romperías y esta muñeca es la preferida de la mama, cuando seas mayor, te la daré para que juegues.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla de porcelana que la tela absorbió. Todo volverá a ser como al principio. Regresarán los sueños. Aguardare un poco más.
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