Juan del Campo – Artista Plástico – A TODA COSTA

Entre Luces y Sombras en Sala Espació Ronda (Valencia)

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Es un artista joven, pero en su mirada se intuye el peso de muchas horas frente al lienzo, con innumerables madrugadas contemplando cómo nace el día y de otras tantas noches dejando que las sombras se deslicen sobre las formas.

Su fuerza ducha en el arte del pincel la vemos en cada trazo, firme, decidido, parece nacido de una certeza interior que pocos artistas consiguen tan pronto.

En su obra no hay espacio para la improvisación gratuita. Las luces diurnas y nocturnas se presentan en una danza perfectamente medida, como si él, más que pintarlas, las interpretara desde dentro.

Es un amante confeso de la luz —esa que cambia, que acaricia, que hiere— y la estudia con la paciencia de un alquimista. Su paleta se nutre de ese estudio, de la forma en que el sol golpea la esquina de un edificio al amanecer, o cómo la penumbra se escurre por una ventana cuando la ciudad duerme.

La suya no es una búsqueda del realismo en sentido estricto. No le interesa la copia exacta de lo visible, sino algo más hondo: la evocación.

Sus amaneceres no son solo el momento en que el cielo se tiñe de fuego, sino la memoria de un despertar, el suspiro de un día que comienza lleno de promesas.

Sus atardeceres, cargados de fuerza cromática, no son solo un adiós al sol, sino un eco emocional que roza la nostalgia.

Los colores no están puestos allí para describir, sino para sugerir.

Las formas se difuminan a veces, se desdibujan otras, pero siempre conducen al espectador hacia una emoción, un recuerdo, una sensación que no es literal, pero sí profundamente personal. Es en esa zona ambigua entre lo figurativo y lo abstracto donde su arte cobra más vida.

Su mirada sabe esperar el momento exacto en que la luz alcanza su punto más expresivo. Con cada obra, propone al espectador un pacto silencioso: “Mira conmigo, siente conmigo”.

Una invitación a detenerse, a habitar la imagen como quien entra en un sueño sin prisa. Y quizá por eso su obra ya resuena con una madurez inusual: porque no pinta desde la urgencia, sino desde la necesidad profunda de compartir una visión íntima del mundo.

En cada pincelada se advierte la pasión de quien aún se asombra. Y eso —más que la técnica, más que la destreza— es lo que hace de él un verdadero artista.

Sugerimos la visita a la Galería <<Espació Ronda>> en Valencia, una sala que se afana por promocionar el arte y la lectura.

Francisco Ponce Carrasco