Soria, con Antonio Machado y su “Olmo seco” – El ventanuco
1 agosto 2016 por Francisco Ponce en Recordando, Todos los artículosVer de cerca el olmo muerto y relleno en las oquedades de su tronco por cemento albo sobrecoge, hace totalmente cierto el desencanto y la tristeza de este magnífico poema de Antonio Machado, que al final del mismo abre una rendija a la verde esperanza, que por desgracia no se produce.
Soria – capital – mantiene el Olmo que inspiró al poeta y el mundo puede leer una poesía profunda dedicada a este árbol, que junto a otros hermanos de su especie repartidos por la geografía de España, han sufrido la enfermedad de la “Grafiosis”, con idéntico e irremisible resultado.
A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro.
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