Un silencio que no es silencio – El Ventanuco

25 marzo 2020 por Francisco Ponce en El Ventanuco, Noticias, Relatos, Todos los artículos

El Ventanuco -Prensa digital

viejito-guapoDesde aquella ventana del segundo piso, se veía el jardín, y el árbol tan próximo a la misma, que en ocasiones las ramas golpeaban los cristales

Era el último que quedó en pie después del reciente vendaval, de un otoño vecino ya del invierno, pocas hojas se resistían a permanecer en las ramas.

Fermín, sabía que cada hoja que caía al suelo simbolizaba la inminente muerte de un compañero, o la suya, en aquella enorme residencia de ancianos.

Cada anochecer, muchos rostros asomaban entre las tenues y blanquecinas luces de neón por detrás de los vidrios, en aquellas habitaciones, que desde la distancia se asemejaba a un enorme panel de televisiones con rostros difusos, expectantes, ávidos de ver como  en el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.

Un silencio que no es silencio, sino la voz de lo imaginado

Durmió profundamente, y cuando despertó, no sabía dónde estaba, mucha más claridad iluminaba el recinto, se asomó por la ventana, era el jardín de siempre, pero ¿dónde demonios estaba el árbol fatídico? aquel que en las tinieblas, venia amenazando la vida a los ancianos residentes.acuarela pacoponce

La gerencia de la residencia, temerosos de que cayera ante otra tempestad y causara daños materiales o humanos, decidió arrancarlo.

Lo que no pudo derribar el viento, lo hizo la grúa, ya nadie vería caer las hojas en próximos otoños, ya nadie pasaría ansiedad, viendo disminuir las malditas hojas.

Cuando fuera su momento, el momento seria

Se bajó al jardín, tomó el sol y recogió un trébol de cuatro hojas, que tentador emergía de entre el césped, se lo llevó a su cuarto para ponerlo en el vaso con agua, junto a su dentadura postiza, que dormía en la mesita.

Comió y el resto del día compartió con sus compañeros la felicidad de no ver el nefasto árbol, ni su tronco reseco por donde trepaban grandes hileras de hormigas, durante casi todo el año.

Por la noche luego de cenar, se tomó las pastillas, entre la que estaba aquella que le hacía dormir como un <<tronco>>.

Durmió, durmió… tanto, que nunca sabremos, si para siempre.

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