Francisco Ponce Carrasco

El Ventanuco – El ojo de Rita

Vicente, artífice fallero, había cosechado cierto prestigio en el mundo de las fallas como artista y cada año plantaba entre dos o tres monumentos.

Cuando de madrugada se instaló la pieza que remataba la falla, se secó el sudor de la frente con el pañuelo a cuadros azules que llevaba anudado al cuello y marchó al bar, mientras su equipo colocaba los muñecos, pidió un ‘barrejat’ que tomó despacio al tiempo que miraba su obra.

Los focos de luz resaltaban el colorido de las figuras. De repente con gesto contrariado exclamo: ¡‘collons’!, que me falta pintarle un ojo a la Rita. Salió a toda prisa tomó un pincel, pintura y comenzó la reparación.

-¡Ay metiste el pincel en el ojo!,- le recriminó Rita.

Vicente perplejo sólo se atrevió a decirle…

-¿Pero es que… estás viva?

– Viva y tuerta. Ya decía yo que sólo veía la Valencia de las Artes y las Ciencias…¿Dónde están los eventos deportivos? A que va a ser verdad que nos están costando un ojo de la cara.

¡Pero si los ‘ninots’, no hablan!-

-Yo sí, para eso soy la alcaldesa.-

El artista con mano temblorosa, coloreó la pupila del ojo izquierdo y Rita parpadeando suspiró.

-¡Por fin, veo a mi Alfonsito, en el circuito urbano!, la copa de la América´s Cup, los Mundiales de Atletismo. ¡Tan pesada que me pongo por traer el deporte de élite a Valencia y pretenden impedir que lo disfrute¡

Rita, sonrió agradecida al artista. Vicente, todavía confuso se refugió en aquella frase que dice “Quien ha visitado la desnudes de un taller fallero, creerá en los duendes de cartón”