Francisco Ponce Carrasco

Esa tribu de ‘reventadores de convivencia’ – La Columna

Hace tiempo, se pensaba que los valores provenientes de la familia, escuela, amigos, facilitaría un conjunto de hábitos que determinarían nuestra buena conducta.

Este pensamiento positivo era una de las bases que anticipaba un progreso indefinido siempre y cuando los seres humanos fuéramos capaces de dejarnos conducir por la razón.

El tema del mal está ahora mucho más presente en la conciencia pública, también en la codicia por el dinero o el poder en cualquiera de sus facetas, pero eso no significa que el mal haya retrocedido ni avanzado, simplemente que la figura del rebelde o “maldito”, desde siempre –ahora parece que más – ejerce una extraña fascinación, pues con frecuencia aparecer como el entendido, liberador, y ya no digo de las personas ‘Toxicas’ y los iluminados que se arrogan el calificativo de salvapatrias y solo ellos están en posesión de la verdad más absoluta.

La propulsión a la integridad y coherencia es la base de actuar bien y proporciona autoestima. La alegría nace del compromiso que tiene uno consigo mismo y con los que le rodean. A la inversa, el mal produce congoja y culpa, <<depresión>>.

“El hombre mediocre siempre pesa bien, pero su balanza es falsa” Frase de pintor y pensador alemán: Anselm Feuerbach