La lupa del positivismo – Francisco Ponce

Vemos que la vida, en términos generales, nos otorga más oportunidades para reír, que para llorar.

En lo cotidiano nos suceden cosas que son de «alegría» o de «tristeza», solo nosotros tenemos la facultad de decidir de qué lado las miramos

Cuando nos sucede algo de dudosa ‘etiqueta’ le pondremos sin dudarlo la del buen ‘rollito’ – como dicen los jóvenes-.

La risa será una actitud compartida, uno no debía reírse de los demás, sino con los demás.

Al humor le corresponde ser inofensivo, no agresivo, no dañino, no insultante… el riesgo será que fracasase porque el interlocutor sea un <<cara de palo>>… entonces el problema sería de él.

La hilaridad será como uno más de los sentidos y al igual que la vista detecta los colores y el oído, los sonidos, el humor detectaba la energía positiva.

Hagamos una prueba, pónganse una nariz ROJA, verán como de forma espontánea el solo hecho de ponerme esa roja nariz, hace que en el conjunto del semblante aparezca una transformación de luz.

Pero no es solo uno mismo el que se transforma, también los demás sonríen, te ven, te imitan y se sienten diferentes, hemos traspasado juntos la fina tela de las emociones.

El momento cumbre es cuando una persona está dispuesta a reírse de sí mismo.

Simplemente, se trata de poner en juego una actitud optimista, ser positivos y reír, que la risa es sana, pero en cualquier caso nuestra vida y la de los que nos rodean será mucho más feliz. ¡Seguro!