Lo supe Luego

12 mayo 2012 por Francisco Ponce en La columna, Todos los artículos

Dedicado a todos los poetas

Reflexión sobre la poesía "La Columna"Hace muchos años yo creía que los poetas imaginaban las cosas que decían, que estas no se ajustaban a lo cierto y que por lo general estaban poseídos de excesiva ingenuidad. Me esforzaba en averiguar qué podían decir sobre la vida y la muerte, el amor y el odio, el ayer y el hoy, el ruido o el silencio, el gozo o el llanto.

Como dijo Salomón: “Existe un tiempo para reír y un tiempo para llorar”. Y entre esos dos espacios hay tal cantidad de matices que realmente no se puede decir que perdamos el tiempo en este mundo. Muchas veces no somos conscientes de lo que nos está ocurriendo y sufrimos porque queremos, cuando en verdad es un privilegio de los seres racionales ser capaces de diferenciar el dolor del placer, la nostalgia de la indiferencia, el conocimiento de la ignorancia.

El poeta intenta atrapar esos matices. Busca con afán el momento para escuchar lo que dentro de él, le revela el matiz, entonces lo transforma en poema que encandila, cautiva, emociona y sobre todo, hace pensar.

Yo nunca creí que alguna vez sentiría nostalgia. Nostalgia verdadera, no esa de aparente retórica. Llorar a moco tendido en el día de mi cumpleaños en medio de familiares y amigos.

Los que te quieren no esperan nada de ti sino que aceptan tu decadencia y la elogian. Porque ven más allá de tus propias máscaras. Suelen ser unas pocas las personas que te quieren de verdad. Y por lo general no suelen estar contigo, tienen su propio camino y está bien que sea así, tú también los quieres contra viento y marea, incluso en la distancia.

Eso se llama nostalgia. Nostalgia de los arroces que comías de joven. De aquel postre de mazapán con frutas escarchadas. De tus viajes en carro tirado por caballería a través de polvorientos caminos. Del primer dinero que conseguiste trabajando. De aquel primer beso.

Y si capto esos matices, si me doy cuenta del privilegio de echarlos de menos y lo comparo con la indiferencia, con la enemistad, si mido el arraigo con el desarraigo, tal vez pueda escribir un poema. Creo que hoy entiendo a los poetas.