El águila agradecida
18 abril 2007 por Francisco Ponce en Cuentos infantiles, Todos los artículosUn agricultor que en sus tierras sembró, viendo que las semillas no germinaban sus ahorros se gastó, compró abono y lo extendió. El cultivo tomo fuerza, creció y de espigas el campo se llenó.
Entonces acudieron muchos pajaritos, en bandadas, a comerse el trigo y el agricultor viendo que su cosecha se perdía, tuvo que poner varios espantapájaros con viejos pantalones, chaquetas y sombreros que los vecinos le dieron. Parece que resultó y los pájaros abandonaron el lugar.
Llego el tiempo de recolección, un mar de doradas espigas se mecían suave y fértiles, impulsadas por el suave viento. Los aperos preparados, también la cosechadora y el tractor. Se metieron al campo y la siega comenzó, cuando andaban por el centro algo les llamó la atención, en el suelo un águila herida se encontró, la cogieron con mimo y la colocaron en un capazo de esparto, se la llevaron a casa, la curaron y de nuevo el animal restablecido, pudo volar.
Cada año, agradecida, el águila vigila sobrevolando los campos de trigo y aleja a los intrusos pajarillos que la mies intentan comer. Ya no hace falta espantapájaros ni nada por el estilo, el águila surca majestuosa el cielo azul y solo con su presencia los ahuyenta, sin hacerles ningún daño.
Nuestro refranero, que es sabio, sustenta: Es de bien nacido ser agradecido. Por fortuna el águila lo había leído.
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