Francisco Ponce Carrasco

Tomar unas copichuelas y sonreírle a la vida- El Ventanuco

Lo cierto es que el 20 del presente mes de marzo comenzó la primavera, y conocido es que los seres humanos somos sensibles al clima y no podemos evitarlo: nos afectan los cambios que se producen de una estación a otra.

Aquello de que “la primavera la sangre altera”, puede ser algo más que una frase hecha. No se trata de una tradición que se extienda de generación en generación, sino de una realidad que todos vivimos bajo nuestra piel… Las estaciones del año, las horas de luz y la intensidad de esta, son factores que influyen en el carácter, siendo máximo responsable del ánimo, ya que favorece la producción de serotonina, uno de los principales neurotransmisores cerebrales.

Me encuentro en Benidorm, donde por Semana Santa se atiborra de gente de Madrid y por las noches se impone tomar unas copichuelas y sonreírle a la vida. Me metí en un pub de moda lleno de gente guapa, y “vive el cielo” que cuando aquella morena de ojos azabache y cuerpo del “séptimo de caballería”, tras un ligero coqueteo entre ambos me dio su número de móvil, y con una pícara sonrisa y cierta insistencia me dijo:

– Cuando quieras me llamas…

Miré el reloj colocado en una pared del local en cuyo fondo se leía la publicidad de una popular bebida, las saetas comenzaron a retroceder de forma acelerada, más y más y mucho más hasta que se detuvo varios años atrás… ¡ay! si eso me lo hubieran dicho entonces.