Nos andanzas muy, pero que muy, remotas – La Columna
7 septiembre 2016 por Francisco Ponce en La columna, Todos los artículosDícese que mi señor, Don Ponce, valiente caballero del señorío de “Las Torres Altas y Bajas Torres”, curtido en 1001 batallas, donde unas las ganó y las más perdió, por culpa del avieso maligno
Un buen día acontece que asistir ansió a la celebración de la ‘ENCOMIENDA’, concurrir sin temor al frió ni escarchas, pues su merced por ventura, todo ello sabia combatir con ambrosía de uva negra, chorizo y jamón de Teruel. Más por si se cruzara algún villano o el mismísimo diablo y nadi nol diessen posada, a mí, su escudero, me hizo armar y ordenome le acompañara.
Albardé dos cabalgaduras con bridas de recio cuero. Anduvimos por caminos, la más de las veces encaramados, franqueamos gigantescas choperas de hoja desnuda y en hora postrera avistamos la ‘roja’ tierra de Alfambra, donde descabalgamos.
E assi, pasamos avante, é aderezamos al castillo del cual acaso por ventura fallamos a una doncella que avía salido a una fuente, é tomamos la puerta que la doncella avía dexado franca, e ingresamos dentro.
Gracias procuro al Comendador por la dádiva que me hace, pues tan presto me pone ocasión delante, donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi condición de escudero sirviéndole a mi señor Don Ponce, ricas viandas, pues nos agrandaron, migas, tocino, gachas y un buen vino de añoso antojillo.
¡Válame Dios!, que escoltar a mi señor ha sido cordura. Ágora al fin, encontramos muchedumbre de hidalgos y nobles que a la fiesta nos requieren, dieronnos una antorcha con fuego prendida, recorrimos la fortaleza, regalada diversión que compartimos con gentes gallardas, de aquel fermoso lugar.
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