Tertulias y cenas
8 agosto 2007 por Francisco Ponce en El Ventanuco, Relatos, Todos los artículosUno de los atractivos principales del descanso veraniego son las tertulias nocturnas. Hay que esperar los días de vacaciones para retomar el ritmo del recuerdo, del ingenio, de la añoranza o la fantasía, reunidos en la playa, también a la puerta de una casa en un pueblecito de montaña donde cada cual ha llevado su silla que pone en círculo.
En ocasiones se acude a la tertulia con un ‘bocata’ de tortilla de patatas, alguien saca una mesa plegable y hasta alguna mecedora de rancia rejilla para los más ancianos que siempre están dispuestos a evocar noches de sus mocedades, las cuentan una y otra vez, quizá con voz quebrada; llena de emocionada nostalgia.
El último vecino asoma con una cazuela de caracoles sazonados con una salsa donde la guindilla, junto con la almendra picada y la pimienta negra jamás faltan.
Las noches de julio y agosto no serían igual sino se pusiese en la mesa un abundante plato de aceitunas partidas, preparadas en casa con ajedrea, tomillo, limón y orégano.
Pienso que memorar es también muy saludable. La vida es siempre la sorpresa diaria, la alegría o el desengaño. Recordar es volver hacia atrás las hojas del vivir, lo gracioso, lo grato, lo amable, a veces con un punto de exageración, para ponerle cierto ‘gracejo’ al asunto.
Verbenas, toros, pasacalles y mil comentarios envuelven de bullicio y risas el corrillo de vecinos, bajo la bóveda de un cielo salpicado por infinidad de estrellas. Mientras; el Santo Patrón en su ermita, sigue aguardando el turno de su día de homenaje y procesión. ¡Lo primero es lo primero!
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