Día de la LECHE, ¡LECHE! qué día – Cosa Fina (Magazine)

1 junio 2025 por Francisco Ponce en Noticias, Todos los artículos, ¡Cosa fina! Magazine

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La leche, ese líquido blanco que ha sido protagonista en nuestras mesas desde tiempos inmemoriales

Porque no hay nada más español, ni más universal, que soltar un “¡Leche!” en el momento justo, con la entonación adecuada y la cara más expresiva que podamos.

Pero vayamos por partes, que la leche no es solo una bebida, sino toda una institución. Desde los primeros años de vida hasta la vejez, la leche está ahí, fiel y nutritiva. Un vaso de leche al despertar, en el café de la mañana, en los cereales, en el postre, o incluso en ese capricho de media tarde.

La leche alimenta, reconforta y a veces hasta enamora, aunque más de uno haya descubierto que reconforta más con galletas que muchas amistades de las redes sociales.

Ahora bien, si la leche fuera solo un producto, el idioma español perdería un recurso inestimable: la exclamación “¡Leche!”.

Esa palabra tan nuestra, capaz de expresar desde un asombro mayúsculo hasta una queja fina, delicada y contundente a la vez. Cuando alguien tropieza con la realidad y le duelen los pies o la cabeza, no es raro que la palabra “leche” surja de sus labios como un suspiro resignado.

También ante una explosión de desconcierto. “¡Leche, que me he dejado las llaves dentro!” O “¡Leche! ¡qué frío hace hoy!”, que dicho con la gravedad debida contagia el asombro.

Lo maravilloso de esta expresión es que no requiere más explicación que el contexto. La “leche” puede ser admiración, sorpresa, dolor, indignación o simplemente una manera suave de decir algo que podría ser mucho más grosero.

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Está la leche fría, la caliente, la entera, la desnatada, la con cacao, la condensada… tantas variedades como motivos para decir “¡Leche!” cuando se nos derrama un poco, y en un segundo, la blanca sustancia pinta el mantel, el suelo o la camisa de uno. Ahí está la exclamación, precisa y justificada.

En definitiva, es una metáfora de la vida: a veces dulce, a veces agria, y siempre imprevisible. Así que la próxima vez que tomes un vaso, o que sueltes un “¡Leche!”, en mitad de una conversación, con señoras y caballeros de “copete”.

Recuerda que estás participando en una tradición tan antigua como humana, tan nutritiva como expresiva.

Y si alguien se extraña, o te mira con ojos de reproche, ya sabes: ¡¡¡Leche!!!