Bucear en PISCINAS – Cosa Fina (Magazine)

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Sumergirse en una piscina es un acto veraniego noble, casi espiritual

Uno entra como quien se rinde al frescor sagrado del cloro, buscando alivio y, por qué no, un poco de aventura acuática estilo cine italiano. Pero todo cambia cuando…

¡Zas! Se taponan los oídos

Sí, ese molesto bloqueo que te hace sentir como si vivieras dentro de una caracola gigante.

No entraste en la piscina; entraste en modo submarino involuntario. Y ahí estás, tratando de oír a tus amigos mientras asientes con una sonrisa confusa, porque todo suena como si te hablaran desde la luna.

Ahora bien, solución hay. Aquí, unos consejos probados por generaciones de bañistas cabezones:

Agita la cabeza con estilo. No como si estuvieras sacándote el agua, sino como quien baila reguetón lento. Inclinaciones laterales, suaves, elegantes. Nada de espasmo tipo perro mojado.

Sacudida. Da un pequeño salto mientras inclinas la cabeza hacia el oído tapado. Si parece que estás invocando a la gravedad para que te desatasque el oído, vas por buen camino.

Maniobra del bostezo. Abrir mucho la boca, simular un bostezo largo, incluso si no tienes sueño. Añade un leve suspiro teatral. A veces el oído se libera por pura pena ajena.

Tirar del lóbulo. Sí, suena ridículo, pero mover suavemente el lóbulo de la oreja mientras inclinas la cabeza puede hacer maravillas. Si alguien te mira raro, imita una historia de rito zen.

Y si nada de esto funciona… bueno, siempre queda el método ancestral de la madre: “ponte de lado y espera paciente”.

Bucear en piscina es “COSA FINA”, pero desbloquearse los oídos, ¡Es arte!

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