El «Microrrelato» se hace mayor

30 junio 2012 por Francisco Ponce en La columna, Todos los artículos

"La Columna" del escritor Francisco Ponce

A pesar de ser menor, de texto, la literatura en “microrrelato”, está alcanzando en nuestra sociedad actual el estatus de cardinal, debido a sus múltiples particularidades, hasta el punto que podemos considerarlo el género literario del siglo XXI.

Se trata de un estilo breve y contundente que causa sorpresa en un lector que ya lo ha visto casi todo en el cine, internet y la televisión. Estas narraciones caben en un correo electrónico, en un mensaje de texto para el móvil, etcétera.

La sociedad de este planeta es básicamente visual, conectada, consumista y de economía global, pero aún así el mercado del libro no resulta fácil.

La excusa o realidad es que las obligaciones sociales y familiares impiden que el ciudadano dedique horas a la lectura. He aquí una de las bondades del “microrrelato”, requiere a lo sumo 4 o 5 minutos de atención y se puede leer en el metro, en la cola del banco, esperando el autobús…

Sus múltiples significados son como los aromas de un perfume, hay que tener buen olfato para detectarlos e identificar qué juego nos propone el escritor, qué mensajes ocultos ha dejado en una trama de aparente simplicidad.

Esta disciplina se encuentra fomentada en numerosos certámenes literarios de España y Latino-América. Los hay de tema libre y otros de argumentos específicos, palabras o géneros, porque el “microrrelato” puede ser lírico, de terror, apócrifo, jocoso… e incluso hasta original.

Un género que permite explorar las formas narrativas, es decir, le consiente al escritor experimentar con maneras nuevas de contar la historia, pero al mismo tiempo, demanda un lector inteligente, con cultura general, proclive al buen humor ya que los argumentos – como hemos dicho – suelen ser de tono vivaracho, sarcástico e hiperbólico.

Fueron precursores Ramón Gómez de la Serna, con sus greguerías de apenas una línea, Rubén Darío, Vicente Huidobro, el mexicano Julio Torri y el argentino Leopoldo Lugones, si bien el más conocido es Augusto Monterroso.

Los ‘microrrelatos’ desprenden una sustancia fascinante, apuñalante, mordisqueante y alucinante, ¡como poco!