Para gustos los nombres – El Ventanuco

22 septiembre 2009 por Francisco Ponce en El Ventanuco, Todos los artículos

Les cuento: Llamé a la puerta de un lujoso ‘chalet’ para hacerle una entrevista a una pintora de nombre “Ita”,  Josefa se llamó su abuela, Fina  su madre, siguiendo con la ‘rebaja’ le correspondía Finita, pero fue más allá y se quedo con ‘Ita’.

Salió donosa al tiempo que llamaba a Amalia, pensé que era un familiar, pero no, se trataba de su gata, me confesó que sin ella no se encontraba segura, todo lo contrario que con Rodolfo, su perro guardián que solo lo tenía como defensa rondando por el jardín, el que le resultaba gracioso era su loro Fernando, que sobre el columpio de una amplia y dorada jaula se balanceaba haciendo piruetas, para llamar la atención a nuestro paso. Antes de comenzar la ‘charla’ llamo a ‘Kuchi’, su doncella, para que nos sirviera  unas bebidas, no sin antes hacerle una observación para que ‘Bobi‘ su cocinera, lo acompañara de algún ‘tentempié’ preparado con primor.

Para gustos... los nombres

Para gustos... los nombres

Arturo, su otro perro de raza ‘enana’, acudió solícito con un lazo en la cabeza para arrebatarle protagonismo a la gata Amalia, que le refunfuñó un poco, al tiempo que se acomodaba en el regazo de su dueña.

“Ita”, la pintora, comenzó a hablar de su obra que según ella era clásica, tanto como lo era ella, y que sus trazos obedecían a su acentuado estilo tradicional, puntualizó como mayor aclaración, mientras saboreaba una de esas frivolidades de manifiesta forma fálica que habían traído de la cocina.

Levantándose me indicó que le acompañara a su estudio, decorado totalmente a cuadros  en tonos blancos y negros, como tablero de ajedrez, viendo  un tanto mi rostro interrogante, aclaró.

– Podrás comprobar, mi insistencia, en los tonos y formas sencillas y suaves.

Cuando realmente contemplé algunos de sus cuadros de colorido estridente, casi dañino a la vista, y formas ‘pos-modernas’, comprendí que el termino ‘clásico’ lo tenia distorsionado.

Debí intuirlo solo por los nombres que  había puesto a sus animales de compañía en contraposición con el suyo y el del personal a su servicio.

Quizá el ‘absurdo’ se llama ahora ‘clásico’ y yo en las nubes.