La naturaleza ya no es un cuento – La Columna

Todos los 21 de marzo se pone en valor a los bosques y la naturaleza en su “Día”

Desperezándose entre la bruma de las mañanas, su alma reúne el canto alegre del gorrión, el exultante colorido de las flores en primavera y el murmullo al caer de las hojas en otoño.

Todo lo custodia el duende mágico que vive oculto en el bosque por donde circula un río escoltado por verdes y espigados juncos, donde se mecen los sueños que un día le confiaron voces cálidas, anhelantes o enamoradas.

El riachuelo en su calma superficie refleja los guiños de las estrellas en noches de verano, y la lluvia deja círculos que se expanden al golpear las gotas el aguas en el invierno.

Aquella primavera, como cada primavera, las nieves se fundieron, la hierba creció, libre del hielo que la aprisionaba, y el sol inundó con dorados rayos aquel trozo del mundo, que la arboleda filtraba en arabescos dibujos.

La joven pastorcilla guió a su rebaño más allá del valle. Una vieja y derruida casona de rojo ladrillo, le servía de cobijo en los atardeceres de cielo violeta. Tres perros color canela le rodeaban…

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Así comienza un relato que hace años escribí y cuyo título ahora no viene al caso, pues bien hoy precisamente hoy, – por azar – lo he vuelto a leer y me asaltó la duda de si este lugar se podría seguir describiendo de igual forma, desde la realidad, pues hace poco tiempo me contaron que la mano del hombre lo ha trasformado, con la tala de árboles, carreteras, autopistas desvió del cauce… y que en ese entorno antaño idílico, hoy lo conforma un enrevesado cruce.

No es que yo esté en contra del progreso, claro que no, pero sí estoy a favor de la naturaleza y con actuaciones de este calado, puede llegar el momento en que no podamos celebrar el 21 de marzo como el “Día Internacional de los Bosques”, llamando a la conciencia en favor del cuidado de la naturaleza, por cuanto la naturaleza quizá solo será un recuerdo y el hombre… no quiero pensar lo que será entonces.